Escritora chilena
llamada María Teresa de la Mercedes Wilms Montt, nace el 8 de septiembre de
1893 en Viña del Mar, en el seno de una familia adinerada y con vínculos
políticos y comerciales. Teresa se mostró rebelde desde muy pequeña, fue
educada para agradar y con ello conseguir un buen partido. Aprende varios
idiomas, canta, toca el piano y escribe. En el año de 1910 conoce al joven que
sería su marido, a pesar de la oposición de ambas familias pues ella tenia 17
años y él 25, y así comienza una relación fallida.
Los primeros años de su casamiento viaja
por diversos lugares y comienza a desarrollar su trabajo literario, entre 1911
y 1914 escribe sus Diarios íntimos.
Con el seudónimo de “Tebac” publica y se reconoce feminista. Los celos del
marido fueron enfermizos, ya que no quería que ella se dedicara a la escritura,
y la escritora recibe apoyo de otro hombre. Ya con dos hijas deciden separarse, sin forma de independizarse
vuelve a la casa paterna, el juicio en su contra por adulterio la separa de sus
hijas, el tribunal familiar decide internarla en el “Convento de la Preciosa
Sangre” en 1916, lugar donde intenta suicidarse y logra escapar del encierro
gracias a Vicente Huidobro, quien la ayuda a llegar a Buenos Aires.
En
1917 publica sus dos primeros libros Inquietudes
sentimentales, libro de poesía que es bien recibido por la critica, y meses
después sale al mercado Los tres cantos.
Ya para entonces Con una prisa de vivir en 1918 viaja a Madrid, allá divulga En la quietud del mármol con el seudónimo de Teresa de la Cruz y con el
persistente tema de la muerte, luego el siguiente poemario se llama Anuarí, dedicado a un joven argentino
que se suicida por ella.[1]
Son esos años de cafés y largas noches bohemias, de largas charlas con Valle
Inclán, Gómez de la Serna, Edwards Bello, Domingo Silva; o recitales en donde también estaban Azorín y
Pio Baroja.
En 1919, de
regreso a Buenos Aires publica Cuentos
para hombres que todavía son niños. pero es el viejo continente el que le llama y se instala en Madrid, para entonces, Teresa
era ignorada por la critica, se le reprime, se le juzga, se le margina porque
representa una ruptura con el rol público de la mujer, tal y como lo dice Ruth
González-Vergara en la biografía de Teresa titulada Un canto de libertad, la cual se publica a mediados de los noventa. La historia de Teresa Wilms Montt se entiende mejor a la distancia y bajo el análisis de las ideas feminista, pues en esa época se pone a las mujeres un ceñido traje diseñado por el patriarcado, quien desde la era victoriana, luego darwiniana y hasta la época modernista lo mantiene por medio de todo tipo de medidas restrictivas, por ejemplo se declaran una serie de enfermedades femeninas que ayudan en el control de la creciente búsqueda de independencia de un buen número de mujeres transgresoras que enfrentan los estereotipos. la continua relación de la locura y lo femenino le permite al patriarcado recluirlas, pues la ciencia médica relaciona el aparato reproductor con el sistema nervioso, y de este modo surgen enfermedades como la histeria, vapores femeninos, sobrecarga de emociones, útero errante o mal de amores, este último era el padecimiento que tenía Wilms Montt, sufrimiento patológico femenino caracterizado por la falta de disciplina moral. Este
entorno represor es el que se vive en esos difíciles días para las mujeres.[2]
En 1920 su vida cambia con las visitas
que puede hacerle a sus hijas cada semana, pues las niñas pasan un tiempo en
París, hasta que son trasladadas de nuevo a Chile, dicho suceso deja a Teresa
en una profunda depresión, por lo cual cae enferma, excede el consumo de
Veronal y dos días después fallece un 24 de diciembre de 1921, con apenas 28
años de vida. Jamás vuelve a Chile.
Te comparto un fragmento de ella misma, tal
y como se reconoce:
Soy Teresa Wilms Montt… y aunque nací cien
años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también tuve el
privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo sabes mejor
que nadie. Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida. Destilé
mujer. Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo.
Cuando me dieron la espalda, yo di la cara.
Cuando me dejaron sola, di compañía.
Cuando quisieron matarme, di vida.
Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad.
Cuando me amaban sin amor, yo di más amor.
Cuando trataron de callarme, grité.
Cuando me golpearon, contesté.
Fui crucificada, muerta y sepultada por mi familia y la sociedad.
Nací cien años antes que tú y sin embargo te veo igual a mí.
Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para
señoritas".[3]
[2] Poema
de Teresa Wilms Montt, http://mondobelo.com/musas-intrepidos/teresa-wilms-montt.html.
[3] Ana Traverso, Anomalía y enfermedad en escritoras de inicios del siglo XX, Estudios Filológicos 54, mingaonline.uach.cl., pp. 157-175, 2014.
[3] Ana Traverso, Anomalía y enfermedad en escritoras de inicios del siglo XX, Estudios Filológicos 54, mingaonline.uach.cl., pp. 157-175, 2014.